Ingredientes:
- 1 kg de mejillones
- 1/2 cebolla
- 1 diente de ajo grande
- 1/2 vaso de vino blanco
- Laurel
- Sal y pimienta
Ponemos un poco de aceite en una cacerola que tenga fondo suficiente para que nos quepan todos los mejillones que luego abrirán y en ella ponemos a sudar la media cebolla cortada en tiras, el ajo en láminas y una hoja de laurel. Le añadimos una pizca de sal y pimienta.
Mientras esto suda, lavamos y limpiamos bien los mejillones y los reservamos.
Cuando la cebolla está algo más que pochada, le echamos el vino blanco y lo dejamos evaporar al 50%. En ese momento y con fuego moderado, introducimos en el interior de la cacerola los mejillones y le ponemos la tapa, movemos la cacerola de vez en cuando para que se mezclen bien y se muevan de arriba hacia abajo, aunque hay que intentar no abrir la tapa. Desde que empieza la cocción, tardarán de 2 a 4 minutos, dependiendo del tamaño de los mejillones y de la potencia del fuego usado. En este caso, podemos destapar para comprobarlo y los retiraremos cuando estén a nuestro gusto. Si nos quedamos cortos quedarán blanditos y algo viscosos y, si nos pasamos, quedarán revenidos y secos.
Lo ideal es comerlos en el momento, pero para conservarlos lo ideal sería que todos quedaran cubiertos con el líquido, de esa manera no se secan y pueden guardarse un par de días en la nevera. También se pueden separar de la concha y conservarlos en el líquido.
El líquido que sueltan, así como la cebolla y el ajo, puede colarse o triturarse para acompañarlos. También puede eliminarse ese líquido y servirlos con un poquito de limón porque el sabor y el aroma que le deja éste y el laurel ya lo tienen.